Solemos pensar
que el momento en el que vivimos es el mejor y más avanzado, el que más
conocimientos científicos posee. Pensamos que todo nuestro saber procede de, a
lo sumo, un par de siglos atrás.
Pero al igual
que el arte o la literatura, el saber científico se extiende mucho más atrás.
Nuestros conocimientos actuales no podrían entenderse o serían de otra forma
sin el camino recorrido siglo tras siglo.
Resulta
sorprendente el conocimiento que poseían los griegos sobre los animales marinos
teniendo en cuenta la dificultad de observación del medio. Aristóteles, por
ejemplo, reconoció el carácter de mamíferos de los delfines y las ballenas y
distinguió los peces cartilaginosos de los óseos. Descubrió en la cópula de las
sepias y los pulpos una particularidad que fue redescubierta en el siglo XIX.
En general, muchas de sus observaciones han sido confirmadas recientemente y
aunque también son muchos los errores
(debidos a veces a los prejuicios del pensamiento de la época) se puede
decir que Aristóteles es el precursor de la biología y zoología.
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