EL PROBLEMA DEL SIGNIFICADO

“- Cuando yo utilizo una palabra, dijo Humpty Dumpty en un tono un poco despectivo, quiero decir lo que quiero
que signifique:
ni más, ni menos.-
El problema es, dijo Alicia, si podéis conseguir que las palabras signifiquen cosas tan diferentes.
- El problema, respondió Humpty Dumpty, está en saber quién manda -".

Lewis Carroll, A través del espejo.



Una mirada a los diccionarios que existen en la actualidad nos mostrará su casi inacabable variedad: diccionarios monolingües y plurilingües, generales y particulares, ordenados alfabéticamente y por familias, los que van de la palabra a la idea y los que van de la idea a la palabra. Pero también los diccionarios son, sin duda, cementerios de palabras, siempre retrasados con respecto a la realidad, siempre incompletos, siempre girando en torno a ellos mismos en círculos viciosos.

Un diccionario no será nunca perfecto porque el uso del lenguaje se manifiesta en una variedad casi sin límites. Si dices “ven”, iré, sabré que me necesitas o que no quieres verme, dependiendo del contexto o la entonación. Podemos incluso cambiar la finalidad del lenguaje y conseguir que nuestras palabras resulten engañosas o vacías de significado, como muy bien saben algunos políticos o abogados.

La mayor subversión consiste en modificar de manera planificada los significados. De este modo, “tortura” se transforma en “terapia” y “campos de extermino” en “campos de concentración”. Como en estos ejemplos, muchas veces las palabras modifican su significado al servicio de una “causa” política o religiosa. La historia deja su impronta en las palabras.

La mayoría de las palabras que usamos actualmente son el resultado de siglos de cambios en el significado, en el uso, en la pronunciación, en la escritura. Las palabras son como seres vivos: nacen, crecen, se reproducen, se transforman. Muchas mueren, otras renacen.

Resulta muy interesante rastrear el camino de la palabra para llegar, en la medida de lo posible, a su significado originario. Buscar el significado prístino de una palabra, antes de que el uso de siglos y de millones de hablantes dejaran su huella, resulta fascinante.

Las etimologías de palabras usadas en el ámbito del mar, que tan incomprensibles parecen a veces, nos revelan, en muchas ocasiones, aspectos de la realidad percibidos hace cientos de años y que ahora nos quedan ocultos por el uso. Resulta una
aventura maravillosa descubrir de dónde vienen las palabras que usamos. Conocer los significados de las palabras nos permite dominarlas. Y si dominamos las palabras, nadie, aunque mande, podrá manipularlas.

lunes, 10 de diciembre de 2012

Una mirada al mar de hace más de 2000 años

Solemos pensar que el momento en el que vivimos es el mejor y más avanzado, el que más conocimientos científicos posee. Pensamos que todo nuestro saber procede de, a lo sumo, un par de siglos atrás.
Pero al igual que el arte o la literatura, el saber científico se extiende mucho más atrás. Nuestros conocimientos actuales no podrían entenderse o serían de otra forma sin el camino recorrido siglo tras siglo.
Resulta sorprendente el conocimiento que poseían los griegos sobre los animales marinos teniendo en cuenta la dificultad de observación del medio. Aristóteles, por ejemplo, reconoció el carácter de mamíferos de los delfines y las ballenas y distinguió los peces cartilaginosos de los óseos. Descubrió en la cópula de las sepias y los pulpos una particularidad que fue redescubierta en el siglo XIX. En general, muchas de sus observaciones han sido confirmadas recientemente y aunque también son muchos los errores  (debidos a veces a los prejuicios del pensamiento de la época) se puede decir que Aristóteles es el precursor de la biología y zoología.

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